24 julio, 2006
..:: Orlando Martinez ::..
LA MUERTE DE UN PERIODISTA
Pasada la guerra de 1965, el gobierno instaurado con el propósito de barrer todo vestigio de ideas progresistas o liberales, encontró en el crimen, la persecución, la cárcel y el destierro las vías más expeditas para alcanzar tales propósitos.
Lo hizo con cruel eficiencia, y el terror que cundió en la sociedad produjo un silencio casi absoluto. Acosados los partidos, los sindicatos y todo tipo de organización, una generación de comunicadores asumió la responsabilidad de denunciar el terror y la corrupción que caracterizaban aquel estado de cosas.
Muchos periodistas asumieron el riesgo, y entre ellos, Orlando Martínez fue el que lo hizo de manera más militante. Cuando su colega Gregorio García Castro fue asesinado en una calle del centro capitalino en marzo de 1973, Orlando escribió un artículo premonitorio de la repetición que, en su propia persona, se haría dos años después de aquel crimen.
Orlando tenía conciencia de lo que arriesgaba al llenar el vacío de expresión pública que producía el miedo, de manera que al exponer su vida, sabía lo que hacía, y no dudó para hacerlo.
Su asesinato, perpetrado el 17 de marzo de 1975, fue un crimen de Estado típico de aquel gobierno: Una conspiración de élites militares, profesionalmente ejecutada por un equipo de oficiales superiores y medios, usando a alistados y paramilitares como autores materiales.
El encubrimiento de los matones y de los autores intelectuales también fue típico del régimen, pero la acusación contra inocentes para sacar un provecho político de la vesanía propia, llegó demasiado lejos. La insistencia inquebrantable de una madre clamando justicia y la constancia decidida de un juez que era un niño cuando el crimen fue cometido, pusieron en el banquillo de los acusados a los autores materiales y a algunos de los intelectuales.
El proceso judicial, obstaculizado hasta la necedad, habrá de trazar la línea para que la sociedad dominicana pase de la barbarie a la convivencia democrática. Pensar que será de otra manera, sería admitir que no estamos preparados para cambiar de milenio sin los lastres de la prehistoria política criminal. Todo eso, nada menos, significa para nuestro país el sacrificio de un periodista: Orlando Martínez.
HUCHI LORA Santo Domingo, D.N. 7 de setiembre, 1999
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